Todo comienza y todo acaba, pero más importante, todo cambia. Una de las partes más difíciles de “crecer”, es aceptar el hecho, de que no siempre quienes te rodean estarán de acuerdo y orgullosos con las decisiones o caminos que tomas. Crecemos haciendo lo que nos dicen y si erramos, no sentimos esa gran responsabilidad, dolor y desespero, del por qué?.
Nos volvemos adictos a la seguridad que sentimos cuando nos dicen si, muy bien o tranquilo, no es tu culpa. Esa seguridad venenosa, es un colchón de plumas y algodón, que con el tiempo se va acabando, con suavidad y sutileza. Cada palabra, cada acción, cada pensamiento, va marcando ese colchón de mil sueños, que es, el que irónicamente, nos da la tranquilidad para dar pasos en la vida.
Es tan fácil culpar a los demás por nuestros errores o situaciones, cuando únicamente hemos sido nosotros , los creadores de nuestra realidad. Luchamos para no tener que caer en ese lugar de incertidumbre y recuerdos, pero a veces, por más que luchemos, simplemente inevitable. Así, como luchas todo un partido para mantener el marcador en cero, y faltando unos segundos para acabar, ves en cámara lenta como el balón va entrando a ese lugar tan sagrado, pero a la vez, tan profanado. Es simplemente ocurre, y durante un instante no entendemos por qué? Solo sabemos que ocurrió y no hay marcha atrás.
#AbrazoDeAtajada